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martes, 4 de octubre de 2011

Kalachakra La rueda del tiempo







El Tantra de Kalachacra es la vía más esotérica del misticismo Tibetano. “Kalachakra” significa “Rueda del tiempo” y representa los ciclos de la existencia bajo el “río de la continuidad” (Tantra). Su Santidad Dalai Lama suele iniciar el proceso creador del Kalachakra, y es una expresión del deseo por promover un estado de paz y armonía en el individuo y en toda la humanidad.
Werner Herzog es un creador polifacético: director, guionista, actor, productor… Antes de comenzar su reconocida obra “Grizzly Man”, viajó a Bodh Gaya, en India, justo donde se encuentra la higuera en la que Buda “logró” la iluminación. Allí se iba a impartir el siguiente Kalachakra. Werner quería plasmar en imágenes esta experiencia, tras haber obtenido el permiso por parte de Su Santidad Dalai Lama para la filmación de algunas partes del ritual.
Más de medio millón de peregrinos habían recorrido cientos, miles de kilómetros para acudir a la cita con Su Deidad. Hubo un caso, que muestra “La rueda del tiempo”, de un peregrino que había tardado tres años en llegar: había avanzado miles de kilómetros sólo postrándose. Las personas, al ver su esfuerzo, le habían ayudado durante el camino. Tenía una cicatriz en la frente, en la zona en que había tocado el suelo cada vez que se postraba; cientos de miles de postraciones. A pesar de que -tras tal inimaginable esfuerzo- sería comprensible que mostrara señales de cansancio, su apariencia es serena; satisfecho por haber cumplido su sueño: ser testigo y parte de las enseñanzas del Kalachakra. En otro lugar se encuentran otro grupo de fieles realizando postraciones sin avanzar. Su meta está en realizar cien mil; tardarán semanas; meses, quizás. Una muchedumbre de harapientos contempla el ir y venir de los monjes, extendiendo sus débiles manos a la espera de recibir alguna dádiva en forma de dinero o comida.
Lamentablemente el Dalai Lama no puede realizar todas las tareas propias de su condición, dado su debilitado estado de salud. Aún así, se persona en Bodh Gaya ante la multitud que espera sus palabras. Sin embargo, como se refleja en el documental, Su Santidad no tiene fuerzas para la labor exhausta que ha de acometer, y así lo manifiesta. Su mirada en esos instantes -captada en primer plano por la cámara de Werner Herzog- expresa su dolor y su malestar por fallar ante tales gestos de entrega de cientos de miles de personas.
En esos instantes, el Dalai contempla a sus fieles, que a su vez le observan mudos, expectantes, esperando con esperanza que todos sus esfuerzos se vean recompensados con la presencia activa de Su Santidad… y el Dalai los observa. Y está a punto de expresarse ante el micrófono, pero algo le hace desistir de emplear palabras… Enmudece.
En el siguiente Kalachakra, en Graz, Austria, Werner Herzog acude con su cámara para filmar a Su Santidad realizando en plenitud sus funciones; entre otras, trazando la primera recta del mandala, el cual acabará -tras ser visto por los asistentes- convertido de nuevo en polvo, como símbolo del desapego material y de la transitoriedad de todo lo manifestado. En esta ocasión, el director tiene la oportunidad de realizar una entrevista al Dalai Lama, quien se muestra, como es usual en él, en una actitud relajada y sonriente mientras va desgranando la esencia del significado de los mandalas y sus dioses; en especial, el hecho de que el mandala interior -el estado previo a la ejecución- es la razón de ser y la meta de lo que será luego un detalladísimo y laberíntico dibujo de arena. (Un ejemplo de mandala kalachakra lo podeis ver aquí)
Junto al Dalai Lama aparecen personalidades como Takna Jigme Zangpo un maestro de escuela que ha pasado treinta y siete años en prisión por cuestiones políticas; los últimos ocho años le fueron añadidos a su condena cuando gritó “tibet libre” durante una visita del embajador suizo a la prisión. En esta entrevista hace de traductor el asesor personal del Dali Lama: el conocido monje budita, escritor y fotógrafo, Matthieu Ricard.
Una obra filmada en formato cinematográfico, neutral, donde Werner Herzog plasma -con su original visión de los pequeños detalles y los planos fijos- su espíritu afín a la búsqueda interior del misterio humano.

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